Por Nahuel Escalada. ¿Por qué será que le gente no se queja? Sostuvo mi vecino, un jubilado de SOMISA al momento que me mostraba una factura de luz de cuatro dígitos en el mismo mes que el PAMI le recortaba servicios por no considerarlo necesitado.
Aunque la pregunta pudiera caer en un espacio común, no deja de ser al menos llamativo el modo en que los reclamos pueden redireccionarse, no se trata de esperar denostaciones hacia “el yeguo” en la cola del supermercado, se trata de la manera en que pueden aprehenderse los malestares sin lograr diferenciar el todo de sus partes.
¿Cuál es el factor totalizador del gobierno macrista? Luego de 16 meses de gobierno y con el aval de las medidas es posible esgrimir que ese todo no se encuentra (por zonza que sea la aclaración) en un caminar hacia la pobreza cero, tampoco podemos encontrar un todo en la confianza indiscriminada e ideológica hacia el laissez faire. Encontrar el factor que englobe el corpus de Cambiemos como proceso político puede ser más complejo que adjetivar a un gobierno neoliberal conservador, ¡vaya contradicción!
Es que la contradicción es en sí misma lo que constituye al frente Cambiemos, en cuyo nacimiento se topó con algunos jóvenes de la UCR llorando por la traición a las banderas del partido. Oportunamente diría el actual embajador en Ecuador Luis Juez citando a Borges, “no nos unió el amor sino el espanto” y ese espanto los encontró forzados y sin un proyecto capaz de superar en su capacidad de aglutinamiento al anterior gobierno.
Dan nacimiento entonces a un liberalismo que cercena libertades, y no solo la libertad de quienes no poseen propiedad privada, como sí sostendría la doctrina liberal, sino la libertad de la clase media burguesa a quienes le dicen: si quieren consumir más de lo que le proponemos, pague! Si no puede sea bienvenido a la realidad. El ensañamiento con los más débiles no es de extrañar, aunque no constituye esto el eje de las decisiones del gobierno sino el efecto de sus actos. La revalorización de la cultura del trabajo, otro de los grandes slogans virtuales que llevaron a Cambiemos al poder, pareciera chocar por un lado con las 6200 empresas que cerraron en 2016 y por otro lado con la actitud que el Presidente tuviera hacia sus centros de electores de las clases populares, es el caso de “Los piletones” (de Margarita Barrientos), a quien le ha cedido como donación su sueldo, el mensaje es más claro de lo que parece, si a la solidaridad de clases no a la protección estatal.
En este escenario de caída de la producción, del consumo, del salario, del empleo y muchas veces de la esperanza, cuesta detenerse a pensar en los conflictos por separado y en el conflicto social.
Volviendo entonces a la constitución del macrismo como un todo, si es posible sostener que en su armado se encuentra la detención ilegal de Milagro Sala, el cierre de los programas de derechos humanos, el endeudamiento más grande y vertiginoso del que se tenga registro, la destrucción del sistema científico, la precarización laboral de los jóvenes, los setenta mil millones de condonación de deuda a una empresa del Presidente y una larga y triste lista de etcéteras. Sin embargo todo esto se encuentra en los estatutos de lo que para ellos es el sujeto histórico propio y el sujeto histórico del kirchnerismo, y lo que en consonancia construye para ellos la cuestión social imperante del nuevo siglo.
En las postrimerías de la anterior gestión nacional, con la esperanza de un cambio que eventualmente se dio, la táctica de Cambiemos fue insuperable, un discurso en la superficie amable con lo que estaba hecho bien y se pensaba sostener, y un discurso subterráneo que permitía visibilizar ese sujeto histórico del kirchnerismo, personificado en la óptica liberal conservadora como un parásito que, en todas sus aristas, sin distinciones de etnias ni de clases, actuaban del mismo modo, succionar cuanto pudieran y lo que pudieran del poder y del Estado. Aquí vale lo mismo el adjudicatario del “Argentina trabaja” como el Ministro de Comunicaciones o la Presidenta, no hay un proyecto más importante para un parasito que el de saciar sus apetencias con el menor esfuerzo posible. Ante esta situación surge de las fauces de Cambiemos el antihéroe, aquel ciudadano cuya ingenua incursión en la política no tiene más objeto que el de poner fin a un festín en el que pronto no habría más que comer. Esto construyeron para sí y para sus electores los trabajadores de Duran Barba, el político de la antipolítica, que con un discurso poco sofisticado pero no popular se arremete a gestionar el poder aun en detrimento de sus propias comodidades con el afán de resarcir lo que otrora se estuviera usando indiscriminadamente.
Así desarrollaron el posicionamiento de Mauricio Macri, anulando el bigote, atenuando modales propios de su posición social, haciendo que el millonario se sentara a tomar un fernet con coca en un cajón de manzana. Es su rol el del justiciero humilde que no se levanta en pos de utópicos ideales, sino para resarcir todo aquello que los usureros del Estado habían destruido.
Es entonces, la cuestión social del macrismo, el conflicto por los bienes escasos, y no es un dato menor prestar atención a esta construcción, porque implicó desde su posicionamiento una apropiación de sentido y desde su ejecución un fundamento para el actuar. Toda justificación de los actos más aberrantes que ha llevado adelante Cambiemos viene de la mano de su cuestión social, los autos de Milagro Sala, el vaciamiento hacia los agricultores, las dádivas desmedidas a los más necesitados, el subsidio descontrolado a los servicios.
La puja se abrió desde el día cero de gobierno, y es también la pelea por la distribución. Quizás en este sentido no baste con resaltar e intentar poner en boca de las grandes mayorías la injusticia y la atrocidad de las arremetidas del gobierno, es necesario avanzar en la exteriorización de lo que para ellos es su cuestión social, de la cual la gran mayoría de sus votantes quedan afuera.
Cristina solía cerrar sus actos sosteniendo que podría equivocarse pero que nunca tomaría una medida que perjudicara a los más humildes, es interesante ver como el factor equivocación no solo es recurrente sino una muestra de honestidad en el macrismo, la diferencia es que ahora terminan con un… quizás nos equivocamos.
Esa cara de “yo no fui…”
Para el gobierno de Cambiemos una de las acciones más importantes es el sostenimiento de la imagen presidencial como caballito de batalla de su gestión, es que en América Latina tenemos una larga tradición de gobiernos presidencialistas y personalistas, donde es muy fácil separar la figura del primer mandatario del resto de su equipo.
Es así que desde los primeros meses de gestión observamos como ante las acciones que extrañamente llegaban a ser cuestionadas por los medios o la oposición, la respuesta fue siempre la misma “el Presidente de esto no está informado” o “el Presidente delegó esto en sus ministros”. No analizaremos aquí el hecho de que a nadie le sorprenda que el Presidente pueda no estar informado de las acciones que se desarrollan en la esfera de su gestión y que eventualmente llevarían su firma. Es importante recaer en el trabajo más preciso que están llevando adelante como salvapantallas. Cuando Mauricio Macri en una entrevista televisiva confundió el 9 de julio con el Día de la Bandera y luego se rió con picardía, dio lugar a lo que lo llevaría posteriormente a la presidencia, es “bueno pero sin experiencia”, “es un hombre que no viene de la política”.
No en vano dirigió durante dos mandatos consecutivos a la región con mayor grado de permeabilidad a la construcción de imagen del país, la práctica del niño bueno con sociedades traicioneras no es una estrategia nueva en la política Argentina.
Lo que llama la atención en la utilización de esta estrategia en el seno de Cambiemos es el grado de impunidad con el que se atreven a darle ruedo. Es por todos conocido la estafa millonaria que el Estado está llevando adelante con la condonación de deuda del Correo Argentino, lo que le cuesta al país unos setenta mil millones en 15 años y una quita de características inéditas en la historia. Tras la explosión mediática, la respuesta de los legisladores fue la de admitir que el Presidente habría delegado la toma de decisiones en este asunto en el ministro Aguad. ¿No tendría que estar Macri al menos enterado de la negociación que se está llevando adelante con una empresa de su propiedad? ¿No es un acto de hipocresía abusivo el de decir que el Presidente en esta historia es un tercero en discordia?
En Cambiemos son los reyes de las estrategias mediáticas y es importante estar atentos a lo que está sucediendo. No permitamos que Macri pase a la historia como un Presidente al que las cosas se le fueron de las manos por su propia ingenuidad, en su actuar, en sus decisiones, y en su visión de la realidad nacional se encuentra la causa y el motor de lo que hoy está corroyendo los destinos del país.