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#DejaDeVersearme: Motolelos


Por Diego Vasquez Rivero. Quienes como yo vean en el zumbido del ventilador, la persiana baja y el canto de la chicharra a los somníferos de mayor efectividad durante la siesta, coincidirán también en el carácter sacrílego que exhibe una interrupción del sueño a puro estruendo y gritos por parte de motoqueros retrógrados proveniente del exterior. Ya despierto y malhumorado, a menudo me encuentro frente a estos renegados subidos sobre ciclomotores esqueléticos que al hacer wheelie buscan asombrarme, descuajaringarme, volverme ojiplático y (¡oh, sorpresa!) fallan miserablemente en el intento. Los observo acelerar al taco, tocar bocina en código Morse, zamparse una chocolatada Cindor mientras manejan usando sus orejas parabólicas y me pasa lo mismo que cuando veo a algún vejete embobado con el programa de Mirtha Legrand: NO LOS ENTIENDO.

¿Qué sensación experimentan al realizar ese sartal de pavadas? ¿Qué sustancia les pasa por la capocha? ¿Dopamina, cortisona, mortadela líquida? Intenté recopilar datos aplicando tortura china a miembros aparentemente soplones de estas pandillas pero fue inútil ya que la mitad eran gangosos y la mitad padecía de adenoides; les coloqué cucarachas en los tanques para escuchar sus conversaciones pero justo ese día lavaban moto y mis micrófonos sufrían cortocircuitos; hasta me travestí a lo Mata Hari esperando espiarlos de cerca pero no resulté lo suficientemente atractiva y me echaron Fleet. Afortunadamente, logré rescatar y decodificar algunas notas de mi diario: Primero- Intentan emular el comportamiento machote de personajes ficticios pertenecientes a la saga Rápido y Furioso cuando en realidad son, en su mayoría, fanáticos de La casa de Mickey Mouse. ¿Evidencia? Sus calcomanías, todas son manitos guante blanco de Mickey haciendo señas obscenas. Segundo- La aceleración es directamente proporcional al nivel de aneurisma cerebral del conductor: cuanto más acelera, menos inteligente es. Comprobado está, la mayoría tiene un co-Deficiente mental de siete... bueno seré dadivoso, ocho puntos. Tercero- La normativa argentina exige usar casco a la hora de cargar nafta, regla que obliga a los motolelos a despacharse en manadas de hasta diez y por turnos, nunca individualmente. Ésto se debe a que su líder es el único que porta el "áureo yelmo" y el que, por ese motivo, carga primero. Una vez el macho Alfa ha completado su tanque se dirige a un punto de reunión acordado (generalmente, esquina mal alumbrada) y le cede la posta al miembro que le sigue en jerarquía; el proceso así se repite hasta que todos tienen sus tanques pipones.

Eso era todo, el resto de mi letra apresurada parecía sánscrito en inglés. ¡Qué decepción! Todavía faltaba saber lo más importante: su motivación, oscuro misterio, incógnita primigenia. Contrariado, me puse a hurgar el cementerio enciclopédico de casa en busca de respuestas hasta que en el tomo catorce de la biblioteca Anteojito encontré al borde del éxtasis una definición que se adecuaba perfectamente a los sujetos de mi búsqueda. Motolelos: (Del latín moto= a pedal, y lelus= atolondrado; es decir "pedazo de opa a pedal"). Subespecie del género Motoquero, conocida como Homo Marmotae. Adolescentes que, tras obtener su licencia de conducir en un Kinder Sorpresa, se desplazan sobre dos ruedas mostrando un comportamiento rutinario y nada cosmopolita. Suelen pasear infinitas veces por los mismos lugares (plaza, costanera, casa de la abuela para pedirle plata); desfilando durante el trayecto a novias huérfanas (porque de tener padres no las dejarían salir con semejantes pavotes); en tanto discuten tópicos banales específicos (celulares, bailes, mecánica).

Absorbía con fruición ese libro al tiempo que comía Palitos de la Selva, sin embargo sentía que faltaba algo más. Presa de cierto presentimiento y no conforme con tan escueta definición, comencé a leer los eruditos envoltorios que había arrojado al cesto y zácate, hecho insólito, descubrí en uno de ellos la siguiente data: "Motolelos, animalejos que se distinguen por llevar la patente de sus ciclomotores al revés, de coté, boca arriba e inclusive girando con la rueda; así como también por portar el casco en el codo o antebrazo a manera de chismosa, bajo los apestosos sobacos o entre las piernas (defendiendo lo más gran... frágil que tienen)." ¡Muy bien, vamos progresando!, me dije a mí mismo. ¿Y entonces? Entonces un retorcijón insoportable detuvo mis reflexiones. Tan embutido estaba en el asunto que, sin darme cuenta, me había morfado ciento veinte caramelos. Si seré angurriento. Empezó a dolerme la panza, me dieron náuseas, me empaché, fui al hospital, me inyectaron Buscapina y me internaron. Nocturna madrugada, pleno silencio, enfermeras caracúlicas rondando y yo mirando pa´ arriba como Cortázar en "Torito"; aproveché mi tiempo para cavilar. ¿Qué hay de sus motos?, pensé. ¿Qué las diferencia del resto? Bueno, olvídense de modelos reconocidos porque los motolelos son conformistas y pilotan naves marca Yarraja, Blonda, Queaguasaque o Susulqui; modificadas con injertos innovadores tipo esponjas Querubín en lugar de filtros, precintos por tornillos, piolas de embarcado, mangueras, luces navideñas, alambre de enfardar y de vez en cuando una azucarera. Pero LA modificación que les pasa el trapo a todas es la de los caños de escape. Tienen muchas opciones aturdidoras entre las que destacan el escape tipo mangangá borracho (gueeen, guen-guen, gueen), la ametralladora de pedos atómicos (¡pah!, ¡paf-paf!, ¡pah!) o la oveja tartamuda (¡beee!, ¡be-be-be!, ¡beee!). Al parecer, mi insomnio finalmente había dado frutos, aunque al día siguiente haya salido de alta con los ojos color hemorroides.

Apenas llegué a mi hogar armé una base de datos para consulta popular en la Deep Web o internet profunda; de esa manera podría comparar opiniones de usuarios afectados por el irreverente comportamiento de estos inadaptados y de paso adosar nueva información al caso. Si alguno está interesado en conocer esta rara especie o simplemente perpetrar una venganza de matices sádicos y terribles por no dejarlos dormir con el quilombo que hacen durante la siesta, pueden aportar su granito de arena visitando mi página: www2.mercadopreso.com/antilelos, donde además encontrarán artículos muy útiles a módicos precios (ballestas, palos tranca ruedas, pistolas de paintball y misceláneos). ¡Dense una vuelta, les aseguro no se arrepentirán!

Si querés leer más textos de D.A. Vasquez Rivero, podés entrar en: https://www.facebook.com/dejadeversearme/

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