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Rodolfo Walsh, siempre

A cuarenta años del asesinato y desaparición del escritor, periodista y militante Rodolfo Walsh, COMUNA recuerda con profunda admiración a quien a través de su talento, valentía y compromiso cambió la historia del periodismo argentino.

 


Rodolfo Walsh trabajaba para “dar testimonio en tiempos difíciles”. Nació en Pueblo Nuevo de Choele Choel (llamado después Lamarque) en 1927. Por la temprana muerte de su padre junto a su hermano creció y se educó en un internado para niños irlandeses, ya que su familia era originaria de ese país. Muchas de las historias del internado lo inspiraron para escribir una serie de cuentos llamado “Los irlandeses”. Con “Variaciones en rojo” ganó el premio municipal de Literatura. Tenía casi treinta años y un futuro prometedor en las letras cuando Walsh, sin ser peronista, se encontró con la historia del fusilado que vive: Juan Carlos Livraga, sobreviviente junto a otros seis hombres de los fusilamientos que cometió la dictadura de Aramburu en el basural de José León Suárez en junio de 1956. Con esa historia se transformó en el periodista, escritor y militante revolucionario que investigó y denunció los crímenes cometidos por el Estado y sectores del poder desde 1956 hasta su asesinato y desaparición en 1977.


Investigó junto a Rogelio García Lupo el asesinato del abogado del diario La Razón Marcos Satanowsky, denunciando nuevamente un crimen de Estado en el que participó el Ejército para apoderarse del medio.


En su corto paso por Prensa Latina, agencia de noticias a la que fue convocado por el periodista Jorge Ricardo Masetti luego del triunfo de la Revolución cubana, Walsh descifró un mensaje criptográfico que alertó al gobierno comandado por Fidel Castro sobre el entrenamiento de milicias norteamericanas en Guatemala para invadir al país por Playa Girón.


Unos años después, el sector sindical de Raimundo Ongaro le propuso que dirigiera el semanario CGTA, tarea en la que colaboró Horacio Vertbisky y de nuevo García Lupo. Desde allí investigó el asesinato del dirigente sindical Rosendo García. En esa oportunidad denunció las redes de corrupción de una estructura sindical viciada que comandó Augusto Timoteo Vandor.


En el momento del golpe de Estado, en 1976, Walsh ya pertenecía a la organización peronista Montoneros y, como tantos otros militantes políticos, pasó a la clandestinidad. Durante ese primer año de la dictadura dirigió ANCLA, la agencia de noticias clandestina que desde cualquier lugar recóndito y en forma itinerante con una máquina de escribir y un mimeógrafo rompía el cerco informativo impuesto por el régimen militar.


El investigador, el militante político y el periodista convivieron en Walsh, sin fisuras. Los cuentos negros y policiales que escribió fueron muchos. El más emblemático tal vez sea “Esa mujer”, un relato de ficción sobre la desaparición del cuerpo de Eva Perón. Muchos de sus papeles y el último cuento que escribió, “Juan se iba por el río”, fueron robados por los militares de su casa de San Vicente, que luego destruyeron e incendiaron.


El 25 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh, que hacía poco había cumplido cincuenta años, salió de San Vicente disfrazado de jubilado para encontrarse con un compañero de militancia y dejar varias copias en diferentes buzones de la Ciudad de la “Carta abierta de un escritor a la junta militar”. En la intersección de las calles San Juan y Entre Ríos un grupo de tareas de la dictadura le tendió una emboscada y le disparó a quemarropa. Desde ese momento continúa desaparecido.


Con “Operación Masacre”, “¿Quién mató a Rosendo?”, “El caso Satanowsky”, las notas que escribió para Leoplán y Mayoría, los cientos de cables de Prensa Latina y ANCLA, la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar, y con su vida, Rodolfo Walsh dio y sigue dando testimonio en tiempos difíciles.



Publicado originalmente en:





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