top of page

Disculpe las molestias, nos están asesinando.

Salir a la calle y volver, hoy, te convierte en valiente. Yo no quiero ser valiente, yo quiero ser libre… libre como quería ser Micaela.

No lo somos, hoy nuestra vida no vale nada para la Justicia. Los que nos deberían cuidar están más preocupados por liberar a delincuentes, violadores y asesinos que se creen con la facultad de arrebatarnos la vida en un instante. Destruir una familia, romperles el alma a sus amigos y llenarlos de miedo.

 

Tenía 21 años y estaba empezando a brillar. Su vida recién empezaba pero ya hacía tiempo que se preocupaba por sus pares, por los que menos tienen, por el futuro de este país. Y en un segundo, la injusticia le apagó todos sus sueños.


¿Quién es culpable? ¿Solo el asesino o también el Juez Carlos Rossi?, quien sin importarle nada, haciendo oídos sordos a las pericias psicológicas, a las dos violaciones comprobadas en la misma ciudad, lo dejó en libertad para que se reinserte en la sociedad porque él tiene derechos... Micaela también los tenía y a ese criminal no le importó.


La culpa también es de la sociedad que sigue preguntándose qué tan corta era la pollera de Melina y qué hacía Micaela caminando sola a las 5 de la mañana. Lo hacía porque se supone que puede hacerlo, porque ELLA era la dueña de su vida, no su asesino.


Duele darse cuenta lo vulnerables que somos, lo frágil, lo débiles. Duele lo poco que le importamos a la Justicia que en vez de protegernos, nos expone, nos entrega a estas lacras que nos salen a "cazar" como si fuéramos animales.


En Argentina muere una mujer cada 30 horas, víctima de violencia machista. En los primeros 43 días del 2017 en nuestro país ocurrieron 57 femicidios. Micaela luchaba contra eso, ella quería un país justo, ella marchaba y gritaba por todas las que ya no están y por las que sí, pero no pueden defenderse. Luchaba por ella, por sus amigas, por las mías y por las tuyas. Micaela no volvió, el Estado es responsable de eso. Ella vive en cada una de nosotras, en cada luchadora, en cada persona que busque un país mejor, justo y con igualdad.


Todos guardábamos la esperanza de encontrarla viva. Aun así, cuando apareció su ropa, sus llaves, todavía quedaba algo dentro de nosotros que pedía por favor que esté bien, con vida, que vuelva a su casa. Hasta que nos despertamos viendo en las noticias que la habían encontrado muerta, desnuda. Que le apagaron la vida.


Si no existiera la injusticia, Micaela seguiría caminando por las calles de Gualeguay yendo o volviendo del boliche, yendo a la Facultad, juntándose con amigas... seguiría caminando las calles de Concepción del Uruguay, cuando va al merendero, cuando va al barrio a organizar torneos para los pibes, cuando sale a marchar por sus ideales y por nosotras. Micaela seguiría ayudando, militando, estudiando, abrazando a sus amigas y familia, luchando por el país que quería, iluminando con su sonrisa.


Negra, la lucha no terminó, guíanos desde donde estés. Seguís viva junto a todas nosotras luchando para vivir sin miedo, para salir tranquilas a la calle, para no esperar ese mensaje diciendo “llegué bien”, porque SIEMPRE tenemos que llegar bien.


LUCHAMOS JUNTAS, PARA VIVIR LIBRES.


*Flavia Sastre es de Concepción del Uruguay, estudia Locución de Radio y Televisión.


bottom of page