Una vez más, amanecemos con la foto de una chica que no se nos va. La foto de Micaela sonriendo nos deja atónitxs frente a la pantalla, con los dientes apretados, llenos de bronca y dolor.
Hace exactamente una semana, me llegaba la noticia de que no aparecías, que habías ido a bailar y nunca llegaste a tu casa.
¡Ya va a aparecer!, decía para mis adentros. En las primeras horas quise pensar que tu ausencia iba a ser momentánea y que -rápidamente- ibas a hacerles saber a tu familia que solo fue un susto y que no había de que preocuparse.
Con el pasar de los días la angustia me fue invadiendo cada parte de mi cuerpo y los indicios fueron golpeando poco a poco el muro de mi endeble y lánguido optimismo.
Quizás quien lea esto de manera distraída se pregunte: ¿Por qué, “se nos va”? ¿Acaso yo como ser humano tendré algún tipo de responsabilidad frente a este acto?
Seguro que muchxs de nosotrxs no somos una BESTIA. Seguro a muchxs de nosotrxs ni siquiera se nos ocurra llegar a cometer tremenda atrocidad. Seguro muchxs de nosotrxs no tendremos el grado de responsabilidad de exonerar la pena a un violador ni somos corruptxs e inoperantes.
Pero ¿Qué conexión existe entre ejercer el derecho sobre una mujer para poder cometer semejante atrocidad y creer que se tiene posesión sobre una mujer para poder golpearla, amenazarla, gritarle, decirle cosas en la calle? ¿Ven? Muchos podrán decir que es de feminista extrema, "feminazi", exagerada pensar que existe algún tipo de relación entre estos actos.
En el Iceberg de la violencia de género se esconde la humillación hacia la mujer, su desvalorización, el maltrato y el hostigamiento verbal.
Para no tener más Micaelas, Belenes, Higuis, Alexas, y Maritas, para dejar de sentirnos vulneradas, tenemos que replantearnos como sociedad toda nuestras prácticas y nuestro lenguaje.
VIVAS LIBRES Y DE PIE
NOS QUEREMOS
*Josefina Rousseaux es de Concepción del Uruguay, vive en Buenos Aires. Se recibió de Socióloga en la U.B.A.